Dedicado a Jesús el bombero que dio hasta su último suspiro por los ángeles de Minsk y tantos otros ángeles, Seguro que estaban esperando a su padre.
La vida en ocasiones nos golpea, y sus
consecuencias son duras marcas que conservamos por siempre. La vida golpeó a
Jesús de bien pronto y muy duramente. Dicen que la vida nos moldea, pero tan
cierto es que nosotros también podemos moldearla a nuestro deseo.
Los primeros golpes de la vida hicieron
de Jesús un hombre rudo, especialmente con los hipócritas. A su vez Jesús llenó
la vida de ternura y esperanza para muchos niños. Nos demostró con su ejemplo
como la vida es al fin y al cabo la responsabilidad de nuestras elecciones.
Nunca
desfalleció para ayudar a quién fuera necesario o se lo pidiera, por eso nunca
soporto a los interesados que traficaban con las necesidades ajenas. Una
persona interiormente inexpugnable, y menos para quienes viven de
superficialidades. Los que pudimos adentrar un poco la vista en su interior vimos
honestidad, responsabilidad, amor y solidaridad…ahora solo podemos lamentar que
ya no estás y que no podemos llegar a ver un poco más de lo que te constituía Contigo y de ti aprendimos. Gracias!
Los Ángeles de Minsk
He recuperado este texto escrito hace dos años. La razón, el viaje de un grupo de jóvenes de Rotllana a Belarús. Durante este podrán comprender reflexionar sobre muchas cosas, como yo me vi obligado en su momento...
La ciudad de Minsk tiene como escudo, una virgen rodeada
de cuatro Ángeles...
,un icono al que
tras mi viaje a Bielorrusia le he querido encontrar una explicación, y para ello
solo he podido encontrar una improvisada metáfora.
Minsk es la capital de Bielorrusia, en el año 1986, este
país fue afectado por las emisiones radiactivas producidas por el accidente de
la central Ucraniana de Txernobíl. A partir de ese momento, las autoridades del
país trazaron un mapa de dos zonas geográficas, la contaminada y la libre de
radiación. Minsk quedaba ubicada en la zona segura. Desde el accidente hasta
hoy, no ha habido rigurosos estudios epidemiológicos, sobre la evolución de los
efectos de la contaminación, en los seres vivos, y el ambiente. Aproximarse a
la magnitud del desastre y sus
consecuencias, solo es posible observando los indicadores que se encuentran por
el territorio, y marcan las zonas irradiadas donde se restringe el acceso. Otro
aviso de la dimensión de la catástrofe, es la advertencia a pie de los bosques
contaminados, donde se prohíbe la recogida de frutos y el contacto con los
animales. También nos puede ayudar a calibrar la proporción del drama, los
carteles informativos en los hospitales, que alertan sobre los días de viento,
en los que es necesario cerrar las ventanas para evitar la contaminación por irradiación
atmosférica…
Pero en mi viaje a Minsk he descubierto un indicador más
sobre la situación de salubridad y contaminación radioactiva del país, algo que
indica que las cosas no van bien… “los pequeños ángeles de Minsk…” …No
afirmo haber visto ningún ángel, pero sospecho que Minsk está rodeada por cientos
de ellos, ya que he podido contemplar la metamorfosis de los niños afectados
por la radiación para convertirse en ángeles…
La metamorfosis de los niños irradiados se produce en
lugares como los hospitales psiquiátricos para niños, auténticos orfanatos para
almas perdidas. También en las ciudades, y en los rincones más recónditos de
las áreas rurales. En todos estos lugares siempre hay un ángel que busca el
momento de poder escapar de un cuerpecito roto.
Antes de pensar en la metáfora de los ángeles había oído
hablar de los niños monstruo…, de los niños deformes.., de los niños
radioactivos…, de la cámara de los horrores…, en fin… que expresión puede ser peor?
Pero después de haber conocido la realidad de los niños afectados por la
radiación, creo que solo pueden ser ángeles esperando escapar de la vaina de
huesos y piel que oprimen y aprisionan
sus almas…
En el psiquiátrico de Minsk hay muchos niños de cuerpos
rotos, esperando liberar a su ángel. En
un complejo hospitalario construido para albergar a cerca de cien residentes,
en la actualidad acoge a más de doscientos niños, de los que la mayoria no
abandonaran el resto de sus vidas, su camita o la silla en la que yacen
postrado. Cuerpos indefinibles y miradas perdidas, dentro de sus cuerpos rotos solo
un hilo de voz, convertido en un tenue gemido, en ocasiones un llanto sin respuesta.
Son niños sin consuelo, por que las cuidadoras apenas
pueden hacerse cargo de los 12 o 13 niños que habitan cada habitación. Solo con
atender que no se asfixien al perder la postura entre los cojines, que no se
ahoguen con su propia saliva, o que se les cambien sus pañales, antes de que
las llagas se hagan insoportables, es todo el trato que pueden obtener. No hay
besos, no hay tiempo para abrazos, no hay oportunidad para la ternura, no hay
apenas nada que pueda ser identificado como un trato a la altura de su
sufrimiento. Mientras el tiempo pasa, y ellos se consumen, esperando que ese ángel
que todo niño lleva dentro pueda escapar y se libere.
En Slonin, otra zona libre de contaminación conocí a
Valery, un niñito de 13 años, que apenas superaba el peso y la estatura de uno
de seis. Trece años postrado en los que nunca habló, ni vio. Sus padres
pensaron en entregarlo a un orfanato pero su abuela no lo permitió, a pesar de la
naturaleza incomprensible de sus formas. Zoe su abuela, decidió fundir su vida
con la de su nietecito. Ella no pide nada ni para si, ni para su nieto, pero quisiera comprender por qué
ellos tuvieron que pagar las consecuencias del desastre nuclear. Valery no
puede ir al colegio, ni recibe tratamiento médico, tampoco tiene una paga que
le permita hacer frente a sus necesidades, solo es otro niño esperando
convertirse en ángel. Los sentimientos de la abuela Zoe se debaten entre no ver
sufrir más a su nieto y no separarse nunca de él.
No lejos de allí vive Diana, su metamorfosis es más
lenta, la niña tiene seis años, pero a los dos comenzó su maldición. Una
enfermedad neurodegenativa, que afecta a muchos niños, y que poco a poco se ha
ido apropiando de su cuerpo. Cada vez queda menos de la niña que se consume en
la inmovilidad y en el aislamiento, mientras que la larva del Angel toma por
completo su cuerpo. Su madre ha luchado por obtener respuestas, por comprender
la enfermedad de su hija, y obtener un diagnostico acertado, pero hasta el momento
ella y su hija solo esperan.
Muchos niños de Slonin, Gomel, Minsk y otras ciudades de
Bielorrusia, esperan los últimos momentos de la metamorfosis, pero también
quedan muchos niños aún afectados por la maldición que podrían escapar de ella.
Evitar la maldición de no tener una vida feliz, de no poder ser niños, y de
aspirar a ser solo ángeles. Me pregunto si esa es la única oportunidad que les
podemos ofrecer, la resignación de ser solo ángeles, y contemplar la casualidad
de que el escudo de Minsk esté formado por una virgen rodeada de ángeles, o tal
vez tomar una decisión más responsable con la energía nuclear.
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