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jueves, 27 de noviembre de 2014

NI-COLÁS!



Desde hace ya algún tiempo el caso del “pequeño Nicolás” se ha convertido en la portada de periódicos, y cabeceras de programas televisivos. Nicolás, un joven de 20 años salió a la palestra por su ascenso meteórico entre la beatiful people, los avatares de la política y los negocios, dejando en evidencia la banalidad y superficialidad de estos entornos, como los pies en el barro de su protagonista.

Nicolás ha levantado todo tipo de reacciones hacia si mismo, y sus supuestas relaciones entre reyes, espías, empresarios, y gente de bien vivir. Desde la simpatías por la parte burlesca de su personaje, a dudas sobre quién está detrás de su ascenso y caída.  Nicolás se ha convertido en otro personaje mediático más que alimenta el absurdo de una sociedad con valores a la deriva. Concede entrevistas, da exclusivas y “vive la vida loca”. Si, una vida sin ningún tipo de compromiso, responsabilidad, y sobre todo esfuerzo alguno. Y aquí es donde se profundiza lo malo y peor de este personaje. En su falta de meritos.  Su inconsistencia y su escasez de valores, pues más allá de la posible picaresca del personaje no hay más soporte que la de la cultura del pelotazo, de la farsa, del engaño, de la trampa, en definitiva de lo comunitariamente obsceno.

Nicolás representa uno de los el máximo exponente de un modelo social que apenas ofrece nada a su juventud, más allá de la competitividad, el consumo y la individualidad.  Este prototipo es el del mentiroso que triunfa, de quién no consigue nada a través de su esfuerzo y cualificación, sino de quién conoce, y por quién se hace pasar. Sus recursos son la mentira, el lio, la soberbia, y sobre todo la ignorancia de los otros.  Lo más grave es que desgraciadamente es la representación de lo que la sociedad ha puesto como meta para jóvenes y no jóvenes, muchos de ellos ninis. Nicolás no conoce los valores de honradez, de esfuerzo, de responsabilidad, pertinença. Es él, primero él, luego él, después él, y si queda algo también para él. No ha de dar ninguna pena Nicolás, ni sus posibles inventores o instigadores de este monstruito, da coraje por los jóvenes que luchan por poder estudiar, trabajar, y han de marchar de este país por que el ascensor social está asaltado por los trepas. Espero que Nicolás y sus creadores sean juzgados debidamente.

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